INCENDIOS
FORESTALES 2012
Este año
ha sido calificado como el peor en cuanto a incendios forestales, con más de
165.000 hectáreas quemadas. En este
verano se han dado todos lo factores negativos que podrían confluir; una
durísima sequía que abarca desde el otoño de 2011 hasta el día de hoy y un
verano con temperaturas muy altas, humedad relativa muy baja y fuertes vientos.
A estas hectáreas calcinadas de
patrimonio natural, algunas de un alto valor ecológico, que costará varias
décadas recuperar, hay que añadir la irreparable perdida de 11 vidas humanas.
También, como no, hay que añadir las cuantiosas perdidas materiales, donde no
debemos olvidar que se encuentran miles de colmenas.
Se considera que tan solo 700 de los alrededor de
14000 incendios de 2012 tuvieron su foco en causas naturales, el resto se
consideran negligencias o son provocados intencionadamente. Aproximadamente son imputados dos o tres
apicultores al año como presuntos autores involuntarios de incendios
forestales. Es clara la baja incidencia que tiene nuestra actividad en los
incendios forestales, pero esto no nos puede hacer bajar la guardia, ya que un
solo incendio puede tener una gran factura medioambiental y socioeconómica,
incluida, claro esta una factura apícola. Con un solo incendio en nuestro
colmenar podemos acabar, no solo con nuestras colmenas, si no con varios años
de integración de estas con la flora local; flora que quedara totalmente desequilibrada
durante varias décadas.
Es por eso que el apicultor tiene que tener un gran
espíritu preventivo en cuanto al fuego y al uso del ahumador. La Orden de 21 de
mayo de 2009 de la Junta
de Andalucía (cada comunidad tiene competencias exclusivas) establece las limitaciones
de usos y actividades en terrenos forestales andaluces, que nos pueden servir
como base para estos principios preventivos. Esta orden prohíbe el uso del
fuego en las explotaciones apícolas desde el 1 de junio al 15 de octubre,
exceptuando el empleo del ahumador dentro de una serie de prescripciones:
1. “El asentamiento apícola deberá contar con una
franja cortafuegos perimetral libre de pastos, de 2 metros de ancho”. Esta
actuación nos permite a su vez poder trabajar con mayor comodidad. El uso de
herbicidas esta muy generalizado para este fin, pero carece de ninguna visión
de futuro sobre los efectos en la flora local, fuente de alimento para nuestras
abejas. Se recomienda el desbroce, si es posible manual. Sin embargo, sería
ideal y definitivo, aunque no siempre viable, el uso de mallas antihierba recubiertas de gravas o terrígenos de la
zona.
2. “Durante el ahumado de las colmenas se deberá
contar obligatoriamente con un extintor tipo ABC de 6 kg o una mochila con un
depósito lleno de agua de 16 litros de capacidad”. Llevar una cantidad
generosa de agua al colmenar, como por ejemplo un par de garrafas de 25 litros,
puede ser una manera eficaz de quedarnos más tranquilos si por accidente el
ahumador se nos cae y se escapa alguna brasa.
Además del resto de usos que podemos darle.
3. “Los titulares de la explotación apícola
deberán contar con un seguro de responsabilidad civil obligatorio”. Como ya
hemos hablado las consecuencias pueden ser muy graves, de ahí la importancia de
tener un cierto respaldo.
4. “El ahumador debe portarse en un recipiente
metálico con un mecanismo hermético que facilite su extinción definitiva una
vez concluida la actividad; además, el ahumador deberá encenderse dentro del
citado recipiente y permanecerá en él siempre que no se esté utilizando”.
Este recipiente metálico puede ser una lata de pintura vacía de un tamaño
acorde con su ahumador. El ahumador, obturado en su salida con un tapón de
corcho, se cierra en su interior para que se sofoque. Es interesante llevar
otro recipiente de estas características para vaciar de cenizas el ahumador. Nunca
por ningún motivo vaciaremos de ceniza el ahumador en el suelo, pueden parecer
apagadas y sin embargo los rescoldos pueden reavivarse varias horas después.
Estos principios preventivos dispuestos por la
administración, por coherencia, deberíamos tomarlos como una costumbre y
extenderlos al resto del año, así como extremarlos en años muy secos o días con
algo de viento.
Si por cualquier motivo finalmente sufrimos un
incendio en nuestro colmenar, lo primero que tenemos que hacer, sin miedo, es
avisar al 112 y explicar nuestra situación. Luego intentaremos, sin
poner nuestra vida en juego, apagarlo.
Cada vez que manejamos el ahumador tenemos que tener
en mente todas las posibles dramáticas consecuencias que puede generar un
incendio.
ISMAEL GORDILLO
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